martes, julio 17, 2007

Vaya con Dios

No me quiero poner muy profundo. Simplemente voy a contar un pequeñísimo cuento. En realidad, ni a cuento llega. Es como un conejo que sueña con ser canguro. Pero no deja de ser una criatura de la madre naturaleza. Esta historia, por ser corta, no deja de ser una reflexión más o menos peregrina en la Fundación Cacheche. Es un pensamiento.

Hace muchos muchos años, había un universo con sus constelaciones, sus estrellas más y menos brillantes. En ese universo había un sistema solar, con un planeta muy bonito girando alrededor.

El planeta había sido creado por un hombre y era habitado por Dioses. Los Dioses miraban al cielo cuando pasaba algo y pensaban que sería algo que habría decicido el hombre. Después de muchos años de existencia, me pregunto ¿cuántos Dioses creerían en el hombre?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que eres un afortunado. Y estoy ogullosa, porque ese es el camino. Vivir y disfrutar. Lo sé, me lo dijeron en Castelló, y lo he comprobado yo misma. De madurar ya hablaremos en privado, porque eso lleva tiempo... Y de tu discurso (pelín melancólico, la verdad, pero igual de válido), sólo te falta eliminar esa obsesión por no estar solo... ¿Qué es estar solo? ¿A qué te refieres? ¿Por qué no lo valoras? Nunca estás solo, estás contigo. Y lo bueno es que no te tienes que llamar por teléfono al aterrizar, y si decides llamar a alguien, que sea sólo si quieres, por gusto, placer, DESEO. Adelante. No tengas miedo, estás vivo, aunque la vida sea (y eso sólo a veces) una puta mierda... Besos. Risas.

Anónimo dijo...

Me da la impresión que la gente que opina que estar sola es una ventaja, simplemente lo dice por autoconsuelo. La soledad es dura y horrible, pero lo que hay que pensar realmente es si es una soledad buscada, una soledad merecida o una soledad fingida. Son muy diferentes. Objetivamente todos estamos solos como seres individuales que somos, pero qué placer da saber que siempre hay alguien pendiente de que tu avión haya aterrizado...