miércoles, abril 08, 2009

Desvelado

la luz se apagó. Dijo ella.
Es hora de dormir. Cuenta ovejitas. Insistió.
Pero mi cabeza no podía apagarse tan fácilmente.

Son más de las cinco y no hay manera de dormirse. He pensado mucho. Demasiado para mi hoy.

Ahora intento dormir pero estoy muy despierto. No sé por qué.

Necesito dormir. Mañana es día de escuela. Estoy pensando si tengo valeriana, pero no. Además no me gusta nada tomar nada para dormir.

Sólo ron. Y no es plan. Que soy una familia decente.

Me gustaría escribir una poesía para los insomnes de abril. Una bonita.

"La noche te llamó a la una
la cama a las dos un poema te mandó
tu almohada tu mejilla besó
veías caer los minutos
pero tus párpados no se inmutaron
hay días sin noche
esta noche está aquí por ti
es para ti y para mi"

La verdad es que no es muy bonita. Ni muy poesía. Es para que me convenza de que querer no es poder. Un poco más. Pero me niego.

Hoy me duermo como que soy un desastre en proceso de reconstrucción constante.

Soñaré contigo. Nueve aceitunas negras. Y nueve verdes. Porque estás ahí.

La 'dolce vita' es no dormir y no estar preocupado. Es mi móvil en mi cuarto a oscuras el que registra mis latidos. La radio...

¿Será verdad que me está entrando marcha? ¿Quieres dejar de mover los pies, cretino?

No tengo solución. Ni falta que me hace.

Mañana ya tengo un buen motivo para tomar un café. Y crema para despertares difíciles. Eso si me duermo.

Un abrazo desde el lado izquierdo de la cama.

Sleepless Cacheche

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