lunes, mayo 28, 2007

Esperando a Mariano

Llegó a trabajar temprano. Una hora antes de la hora prevista. Su prudencia y el miedo a llegar tarde hicieron que se encontrará en la puerta de aquella gigante nave antes del amanecer.

Debía preguntar por Mariano. Mariano, el hombre con quien su padre había hablado. El hombre que le daría trabajo. Su primera responsabilidad en el mundo real del intercambio. Se había puesto por primera vez un traje con chaqueta.

Aquel traje que en su día llevó su tío. Un traje oscuro, de una tela gruesa que de tanto uso se había quedado tiesa. No era almidón. Era sudor. Horas de trabajo que llevaba encima el pobre traje.

Sentado sobre aquellas piedras mal ordenadas se miraba a sí mismo. Se sentía raro enfundado en el traje. Recordaba que su madre lo había dejado sobre la cama con disimulada emoción. Por fin se haría un hombre. Una mezcla de sentimientos había pasado por la cabeza de aquella buena mujer: "Este hijo es un buen hijo. Hará bien todo lo que se proponga". Por otro lado, se lamentaba de que tuviese que empezar a trabajar tan pronto. Como cualquier animal que tiene que echar a sus hijos del nido, sentía un dolor muy fino pero muy profundo.

Mientras se vestía por la mañana los nervios hacían resbalar los oscuros y diminutos botones entre sus dedos. Aquella camisa blanca abrochada hasta el cuello. Los picos largos como dos colmillos. La chaqueta con sus cuatro botones. Los pantalones que le quedaban ligeramente cortos. Pero todo eso pasaba inadvertido para él. Iba a trabajar. Su primer trabajo. Ahí estaba sentado esperando a Mariano.

Poco a poco empezó a clarear. Se veía poco movimiento junto a la nave, pero había personas que llegaban a otras naves aledañas ¿Serían primerizos como él? ¿Cuánto tiempo faltaba para la apertura de esa pequeña puerta de madera? ¿Qué había dentro de aquella inmensa nave?

No hay comentarios: