- En el que estés tú.
- Tú no has venido a dormir ¿eh?"
Yo siempre he dormido en el que está pegado a la ventana (y lejos de la puerta). Excepto una vez en León. Y últimamente. No sé por qué, pero ahora he cambiado de lado. La semana pasada dormí en el centro. Lo que hace la costumbre. Fue una noche rara.
Siempre me he reido de una canción de Serrat "romance de curro el palmo" que dice "ay mi amor, sin ti yo no entiendo el despertar. Ay mi amor, sin ti mi cama es ancha. Ay mi amor que me desvela la verdad"
Ya no se quién es mi amor ni por dónde se me anda nomás. Ni mucho menos en qué lado duerme. Pero me está empleado por reirme de las canciones. La cama ancha... Como el Pacífico, ay cacheche hijo...
Ahora duermo con dos almohadas. Una para la cabeza que he perdido. Otra para los brazos y los mimos.
Hoy mi ex me ha dicho que lo que necesito son mimos. Soy el buscador de mimos. Es que aun no he crecido. O no asumo mi soledad. Pero la busco O.Var, la busco.
Cuando era (más) pequeño iba a la cama de mis padres todos los fines de semana nada más despertarme. Hacía carrera con mi hermana pequeña a ver quién llegaba antes y tenía mejor sitio entre mis padres. En Madrid era una cama compacta pero en Sanes eran dos y se separaban si te movías mucho y te ibas al foso. Era una risa.
La cuestión es que desde que eché a andar hasta los 10 años, todos los sábados y todos los domingos tenía mis mimos. Nueve años, cincuenta y dos fines de semana hacen 936 sesiones de mimos. Si quito un 10-15% por
campamentos y vacaciones, me quedan unos 800 kilos de mimos (a kilo diario). Y son como la energía, ni se crea ni se destruye. Sólo se transforma...
¿Y qué hago yo con tanto mimo ahora? Pues a la almohada. Y claro, asi no crezco emocionalmente. Conclusión: desde hoy la almohada castigada al armario.
Cuando sea un poco menos mimosin, la levanto el castigo. No hay beneficio sin sacrificio.
Hoy duermo sólo. Veremos qué tal va la cosa.
Un abrazo,
Cacheche
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