lunes, diciembre 17, 2007

99 noches

Más o menos cuando me saqué el carnet de conducir, una de las primeras pelis que fui a ver fue Cinema Paradiso. Es una de las pelis que más me ha gustado de mi vida. Porque habla del cine, porque la música es preciosa, porque la historia es sencilla y porque habla de la perseverancia que le ponemos a las cosas en la vida... (vaaaaaaale y porque es blandita)

En ella, hay una historia que me gustó y tiene algo en común con la parábola del escorpión y la tortuga: me ayuda a entender cosas importantes y espero no olvidarla nunca:

Alfredo: Te contaré una historia. Sólo para ti, Toto. Sentémonos. ¡Dios Mío!

Hubo una vez un rey que dio una fiesta. Las más hermosas princesas asistieron. Un soldado de la guardia real vio pasar a la hija de rey. Era la más adorable, e inmediatamente el soldado se enamoró. Pero, ¿qué era un simple soldado al lado de la hija de un rey? Un día el soldado se las arregló para verla y le dijo que ya no podía vivir sin ella. La princesa quedó tan impactada por la profundidad de sus sentimientos que le dijo: "Si puedes esperar por 100 días con sus noches bajo mi balcón yo seré tuya".

Dicho esto, el soldado salió y esperó un día, dos... luego diez, veinte. Cada noche la princesa lo buscaba y allí estaba él, sin moverse. Siempre allí, lloviera o relampagueara. Las aves se posaban en su cabeza, las abejas lo aguijoneaban, pero él no se movía. Después de 90 noches, se veía seco y pálido. Brotaron lágrimas de sus ojos. No pudo detenerlas. No tuvo ni siquiera fuerzas para dormir. Y todo ese tiempo, la princesa lo observaba. Cuando la nonagésima novena noche llegó... el soldado se levantó, tomó su silla, y se marchó...

Toto: ¿Qué? ¿Justo al final?

Alfredo: Justo al final, Toto. No me preguntes qué significa, no lo sé. Si logras descifrarlo, me lo dices.

[Unos años más tarde, Toto entiende mejor la vida y le explica a Alfredo por qué se marchó]

Toto: ¿Recuerdas la historia del soldado y la princesa? Ahora entiendo por qué el soldado se fue justo al final. Una noche más y la princesa hubiera sido suya. Pero no había manera que ella pudiera mantener su promesa. Y eso hubiera sido demasiado cruel. Lo hubiera matado. De esta forma, al menos durante 99 noches, él vivía con la ilusión de que ella estaba allí, esperando por él.

Alfredo: Haz como el soldado, Toto. Vete.

Esta semana mi reflexión estúpida ha sido sobre el valor del tiempo. No estoy dispuesto a perderlo. Siempre me he reído de lo simplista que es la frase "el tiempo es oro". Pero cuando pienso el tiempo que le he dado a algunas personas que no se lo merecían me conjuro para que no me vuelva a pasar.

Hoy he ido al hospital a ver a un amigo al que le acaban de quitar un riñón, por culpa de un cáncer cabrón... Una vida normal, ni muy sana ni muy golfa y de repente un médico te dice: "operación, operación".

No digo que haya que ir rompiéndose la rodilla cada sábado, pero que no hace falta estar tan obsesionado con la salud. Que si te toca, da igual. Le he preguntado que si estuvo nervioso antes de la operación. Y me ha dicho: "Nervioso no, Tenía tan claro que tenía que operarme que no me he dado la opción". Qué campeón.

Por cierto, el sábado volvía a casa andando sobre las dos de la mañana. Una noche clara (y fría) de Soria y yo mirando las estrellas alucinado. Caminaba junto al río ajeno al paisaje, con la sonrisa que te produce una noche con parte de la tripulación y otra parte importante del ron. De repente, al pasar junto al palomar, se abalanzó a mis pies un tronco a traición y en un segundo me vi rodando y cayendo sobre la escarcha (6 bajo cero, que Soria es mucha Soria). En décimas de segundo me dio tiempo a recordar la idea de los planetas y las estrellas: "Mira al cielo, pero sobre todo mira por dónde pisas machote". La vida de mi rodilla de los últimos 3 meses pasó ante mi como una película, me dio tiempo a esbozar una estúpida sonrisa de resignación antes de sentir el esplendor de la hierba en mis cara. Me levanté, porque he aprendido a levantarme, pero no a dejar de caerme. Mi rodilla izquierda me odia. O piensa que yo la odio a ella. Estamos pasando un bache. Tenemos que hablar.

La he prometido que de aquí a fin de año la voy a cuidar. Aunque la promesa más importante que me he hecho es que me volveré a levantar todas las veces que haga falta. Y esa promesa no se gasta en 99 noches ni en un millón.

un abrazo
Cacheche
(en una lengua tribal Cacheche significa el que se carga su rodilla)

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