La primera vez me fui a remar
La segunda lloré
A la tercera se terminó
Está claro que hay que remar y remar para que las cosas funcionen. En calidad, en una empresa para la que trabajé decían siempre que la calidad es como montar en bicicleta. Si dejas de pedalear te caes.
Pues me lo aplico con remar. Siempre me ha gustado. Figurada y realmente. Ahora no estoy para empezar a caminar así como así por el desierto.
Entre la maltrecha rodilla y la heridas del alma, meterme así en el desierto es un peligro.
Por lo tanto, lo mejor es empezar con algo más suave.
Ayer, Santa Anta vino al rescate. Unas cañas con 4 amigos (yo en plan candelabro-bridget jones). Unas risas. Un mini concierto en la Boca del Lobo (mini porque llegamos justo para la última canción... me estoy haciendo un especialista en ésto :-). Y te vas a la cama con la sensación de que puedes con ello.
¿Ciclotímico? Podría ser. Yo me veo más como ese pingüinos que tenía de pequeño al que le pegabas una patada y siempre se volvia a poner de pie. O "de pies" como dicen los niños.
TAMPOCO es eso. "¡TAMPOCO!"
Hay que recibir la colleja y el castigo. Que luego no aprendes. Y hay que volver a remar. Y luego al desierto. Y encima es viernes. Dios qué estrés.
Un abrazo y feliz finde!
Cacheche
PS: La verdad está ahí fuera...
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