viernes, octubre 17, 2008

Magreos de mediodía

"El hombre es verdaderamente grande cuando actúa apasionadamente"
Benjamín Disraeli

Quedo a comer con dos excompis y amigos (el músico y el surfero) cerca del Bernabéu (el olor a merengue no es tan fuerte entre semana y se puede soportar...) Una terraza tranquila agradable con mantel de tela, menú y espectáculo.

Lo de la tela y el menú a 14 euros, es algo dentro del mercado. Cuando empecé a currar con mil pelas comías como un rey en muchos sitios. Ahora con seis euros te llega justito para un menú bigmac. Y con las lorcillas que me traigo, ni eso debo.

Normalmente me escapo a comer a casa. En moto tardo diez minutos en llegar y no me importa nada comer recalentado, pasta o lo que se tercie con tal de ver el telediario y una microsiesta de quince minutos. Me da la vida.

Pero ayer quedé con estos amigos que habían ido a una cata de vinos. En mitad de semana y al mediodía. Olé. Está claro que hay gente que sí sabe vivir.

Nos juntamos en un sitio al que tengo ganas porque paso mucho por delante pero nunca entro.

Día soleado, temperatura agradable, terraza perfecta para el otoño. Linguini con gulas, san jacobos y un café.

En frente una pareja de unos cuarenta y pico años. Un pico no muy grande. Pero con la pala a cuestas. Y ahí es donde está inlcuído el espectáculo.

Mientras terminamos de comer, el músico, empieza a despistarse de la conversación. Se le nota con la mirada en otra parte. Despistado pero atento ¿Atento a qué? Siguiendo la línea de sus ojos, el surfer y yo nos damos cuenta de la situación. El acaramelamiento inicial se ha vuelto azúcar moreno con el calor. Se han pedido un ron. Y se empiezan a desmadrar.

Ella, pijita con mechas, lleva un tanga de encaje muy bonito que tampoco voy a desaprobar. Lo reconozco: los tangas molan más que las bragas blancas de abuela, pero cada día tiene su gracia. La braga-faja ya es infumable. Aunque seas Bridget Jones. Más vale ser rellenita y sincera con el mundo que ir por ahí dando sorpresas. Es como si yo me metiese calcetines en el pantalón... o Un plátano (más) como uno que yo me sé.

Comprendo que un hombre primitivo como yo (y todos mis amigos lo son), ibérico, pervertido, graciosillo, pelín homófobo con las expresiones y políticamente incorrecto el 99% del tiempo, tiene que comentar un tanga así. Está en nuestro ADN. Es como decirle a un vasco que no puede cortar troncos. A un francés que no puede ser un poco tocapelotas. O a un andaluz salao. El tópico de mis amigos es ser un poco gilipollas y un poco salidos, pero muy naturales en ese sentido. Complejos para qué.

La cuestión es que el tanga no es el protagonista sino otros dos temas: La mano de ella desaparece, pero se ve, debajo de la mesa. Y ella está como que "donde dije 'digo' digo 'Diego' y donde tienes tus cosas yo trasiego". A las tres y media de la tarde. No es que no sean horas, pero desde luego que no es el mejor sitio si quieres disimular un poco.

Para remate de la jugada, de vez en cuando se dan largos besos, lo cual me parece genial, pero con una fallo gordo, que yo creo de libro cuando le das un beso a alguien. En un beso de película,con violines y sin aire y su tal, lo mínimo, independientemente de la experiencia o la emoción del intercambio de fluidos y la comunión de los impulsos, está la MAGIA. Un mínimo es cerrar los ojos. Creo yo.

Pero no. Mientras se besaban, se magreaban y nosotros nos sonreíamos como tontitos, el tío, el muy mascachapas, abría los ojos más que Espinete y nos miraba. Lo que hacía que nos descojonáramos. Y casi llegábamos al volumen de dar por saco. Total, la magia no la íbamos a romper ¿no?

Eso ni pasión ni nada. Eso es un timo.

Era hora de volver al talego a currar en nuestras 'tranquilas' vidas de oficina y nos fuimos. Pero no quiero imaginar cómo acabaron.

Ya son mayorcitos. Yo lo escribo por recordarlo. Que cada palo aguante su vela y la tronca de las mechas aguante la suya y la de Espinete.

Un abrazo
Cacheche

PS: Música marchosa para el finde. Bora bora.

http://www.youtube.com/watch?v=59rmnZUjT7o
(el vídeo completo)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Doy fe que así fue. Y faltaría añadir que todo empezó cuando la madurita salió del baño a la terraza, toda atusadita y perfumadita ella, marcando en su jersey marrón de licra dos hermosos botones del tamaño de gomas de borrar de Milán. Era todo un presagio de lo que vendría después.