viernes, septiembre 05, 2008

Lorzas sin fronteras

"El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos, los caballos"
Platón

"El carruaje está que se desborda, aunque todo lo demás está bastante bien, gracias"
Cacheche

Este verano he comido más de lo normal. Sin ansiedad y sin nada. Comer por puro vicio. Al infierno que voy.

Destacan por encima de todo dos grandes atracones: uno en San Esteban y otro en Oporto. Uno a principio de agosto y otro al final, en plan corchetes.

En San Esteban, Manfred y Julio hicieron una cantidad de cabrito al ajillo como si fuera un campamento de verano (por la cantidad). El problema es que éramos diez y yo repetí 3 veces. De mi aliento de dragón tras la cena podríamos hablar largo y tendido, pero de mi tripa, sólo podríamos hablar a lo ancho. La culpa obviamente la tienen los cocineros y la madre del cabrito.

Para colmo, protos y otros vinos de la ribera para que la ingesta fuese aún más radical.

Con esto mi estómago se despertó. Y desde ese día empezó a decirme cositas al oído como un duende malo: "Dame más macho que hoy me tienes a 2 candles", "¿Te crees que con esa ensalada me voy a quedar tan pancho?", "¿Dónde están esos donettes?" y en ese plan hasta que cedía.

La comilona de oporto fue una carne que como dice mi brother, me "apreté" como si fuera lo último que iba a comer en mi vida. Normalmente en las comidas y cenas suelo hablar. Soy un tío charlas que no para de hablar y me resulta raro una comida en silencio. Aunque sea comento el careto de la camarera, el vino o que me siento como Sofía Loren. Pero esa noche de Oporto, con fados de fondo, me puse tibio de una sabrosa carne con un ligero toque de chimichurri.

[IDIOTEZ: No es lo mismo que te guste el chimichurri a que te guste la churri de Chumi. Un 'viva' por Chumi Chumez que era un puto genio]

El problema de los gorditos aficionados -como yo- es que además de engordar, como no estamos acostumbrados, cuando llevamos un buen rato comiendo nos da una especie de vértigo estomacal. Y claro, luego llegas a Madrid, te miras en el espejo y le dices "espejito espejito: ¿dónde está el resto de mi lorza que no cabe en el espejo?"

Y como tengo una báscula en mi cuarto voy y me subo, así en plan valiente. Y ¿qué veo? Que he pasado la barrera psicológica de los 80. Mejor dicho la barrera física. Psicológica ya voy por los 95 Kg o así... Yo que he pesado casi toda mi vida 68. Los últimos 8/10 años pasé a setenta y tantos y ahora... ¿tendrá marcha atrás? ¿Tendré que hacer dieta por primera vez en mi vida?

Lo que me parece más difícil de entender es lo que siempre me han dicho de "pesarse por las mañanas". Por la noche peso más de 80 pero por la mañana estoy por debajo ¿Qué hago por la noche si duermo sólo? No, si ya sabía yo que mi almohada era un poco golfilla...

Un abrazo
Cacheche

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