"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".
Inicio de Cien años de soledad
Gabriel García Márquez
Me da un poco de vergüenza, aunque tampoco demasiada, reconocer que no he leído grandes obras de la literatura española. Durante egb, bup y cou me obligaban a leer libros y no tenía yo la cabeza en los libros, y menos por obligación. Durante la carrera me dedique a leer libros de empresa porque me gustaban de tal modo como le gustaban a Alonso Quijano los libros de caballerías.
Y eso hace que ahora tenga la oportunidad de 'descubrir' grandes obras de la literatura universal. Este verano, en concreto, empecé uno que me regalaron por mi cumpleaños: "Cien años de soledad".
Estaba en Cascais, Portugal, en una piscina, una mañana de agosto y leí esas primeras frases que ahora reproduzco. Me quedé alucinado. La sencillez y precisión con que estaba escrito, la presentación de los personajes y la ligazón de la historia me dejaron encantado.
No he parado de hacer cosas este verano. Pero siempre tenía un rato para estar con los Buendía.
Hacía mucho tiempo que no le cogía tanto gusto a un libro. Había días que me podía tirar toda la mañana leyendo en silencio. Con una coca cola, unas patatas, o unas aceitunas, el sol y chapuzones varios mientras iba haciéndome uno más de los habitantes de Macondo.
Anoche, a las tres y diez de la mañana leí las últimas líneas. El placer de concluir la historia se confundía con la pena de no tener más. Pero está tan bien escrita que no podría tener ni una línea más.
En la infantil tendencia de hacer un top con todas las cosas y personas, este libro se sitúa como el libro número 1 en mi ranking de lecturas imprescindibles.
He pasado uno de los mejores veranos de mi vida (otro ranking) y en parte ha sido gracias a Ursula, a Remedios, a Jose Arcadio y a Melquíades y al resto de la tropa, que son ya de mi familia.
Aún no sé si los cacheches tienen una primera o una segunda oportunidad sobre la tierra.
Pero no me importa demasiado. Después de un verano con los Buendía, la vida parece más apasionante.
Un abrazo especial para Gabriel García Márquez.
(no sabes la ilusión que le va a hacer)
Cacheche
viernes, septiembre 12, 2008
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