lunes, enero 12, 2009
La soledad elegida
“Ahora empiezo a meditar lo que he pensado, y a verle el fondo y el alma, y por eso ahora amo más la soledad, pero aún poco”
Miguel de Unamuno
Hay dos tipos de soledad buscada y la soledad obligada. Mientras la primera es un lujazo (y en realidad no es soledad, es estar sólo), la segunda es una ruina. Ambas son necesarias para madurar. Nocumentum documentum.
Pero estos últimos días he podido disfrutar de la 'soledad' buscada. Para culminar mi descanso de navidad, mientras todos trabajaban yo estaba en la ribera del Duero.
Ha caído la nevada del siglo. Hace 20 años que no nevaba así en San Esteban.
El jueves siete bajo cero. Cena en un merendero con Manfred y conocidos. Lubinas y doradas a la brasa. Relatos de Kipling y a dormir.
El viernes, cuando me despierto ya ha empezado a nevar. Recados por el pueblo y a hacer fotos. Unos copos de nieve como puños caen mientras mi ilusión de niño pequeño va creciendo: "Qué suerte tengo de tener esta nevada y haberme venido aquí estos días".
Subo al castillo. Castilla es ancha y plana como el pecho de un varón. Y si además está cubierta por un manto blanco, transmite paz. Silencio en el Castillo. Sólo yo. Al bajar valoro un poco más el invierno. Mientras lo hago me resbalo y me pego un guarrazo gracioso. Nadie me ha visto. Una pena. Eso que habría ganado.
Después de horas haciendo fotos y caminando por la nieve tengo los pies fríos. Luego a sentarme frente la chimenea. Cambio de calcetines. Mandarinas y a dibujar.
(de pequeño me gustaba dibujar. Me dijeron que no sabía y nunca he sabido. Como al principio del Principito. Con la diferencia de que realmente era muy malo dibujando...)
Dibujo una casa. Me hago el test de Baum a mi mismo, versión casa. Y me veo en forma.
En cuanto me recupero del frío me voy a dar un paseo con los chuchos. Les encanta la nieve. Tengo la sensación de estar en una película o en un anuncio. Y eso que voy sin música.
Se ha hecho de noche. Vuelvo a casa. Dejo a los perros y al pueblo. Me meto en el alquerque y me tomo un pincho y una coca cola. Leo el As. A los del marca no los aguanto ya, Estoy cada día más futbolero.
Luego una caña con Sonia y Jesús. Ellos caña, yo más coca cola. Ellos otra caña, yo agua.
A cenar a casa mientras leo el periódico. Sigue nevando.
Canturreo la canción de Sabina: "más raro fue aquel verano, que no paró de nevar".
Me meto en la cama serio pero tranquilo. Estar sólo me gusta pero sé que es temporal. Creo que no tengo mucha vocación de Robinson. Doy gracias por lo que tengo. Saludo al sol o a la luna. Allí donde estén. Duermo.
un abrazo
Cacheche
PS: Siento haber dejado abandonado estos días el blog. Estaba tan conmigo mismo que ni me conecté.
La música de rock'n'rolla. Marchita para el año que empieza.
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