domingo, abril 11, 2010

Mis puentes

“Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos”
Juan Donoso Cortés

Domingo por la noche. Ya he vuelto a trabajar. Me dieron el alta el jueves. Y ahora estoy con el síndrome dominical después de un gran finde.

Un finde un poco raro la verdad.

Un correo de un compañero puede generar una reacción de efecto mariposa. Especialmente cuando llevas ocho semanas de baja.

El caso es que me dejó pensativo. No me gustan los correos donde uno felicita a otros en plan “sois guays” y buen trabajo. Me parece que lo puede decir un jefe, pero un compañero, según el tono, me suena a soy tan guay como vosotros y un poco “jefe”.

Mi empresa, como tantas en España, es capaz de fomentar estructuras de más-jefes-que-indios y, a veces, los indios son más indios incluso cuando son felicitados por s trabajo.

Eso marcó el viernes. Vuelves y notas que las cosas no han cambiado. Soy un afortunado por mi trabajo, pero me doy el capricho de quejarme. Al volver, ves que pequeñas cosas que antes pasabas por alto, ahora no te molan tanto.

El caso es que me quedé hasta tarde poniéndome al día con el correo y reflexionando casi sin darme cuenta sobre ese estúpido correo.

Por la tarde, estuve con mis sobrinos los mayores y me di cuenta de que se han hecho muy mayores, valga la frase. Luego un bloody mary con Henry y Cris en los barris. Luego con Soleil y luego un cumple.

Beatrikizz me dijo que estaba tan obsesionado con centrarme que era imposible centrarme. Eso me hizo pensar. Junto con otra pregunta que me hice a mi mismo ese día, acabé metiéndome en la cama rayado.

El sábado me levanté tarde. Luego estuve cuidando de mis sobris los pequeños. Son fáciles de cuidar y muy divertidos. Cuatro y dos años. Comida. El príncipe y el mendigo de Disney. Parque. Muchas fotos. Y luego fútbol y juerga.

En la línea del viernes, me quedé comiéndome el coco después de una conversación. Y por lo menos dormí mejor. Hablar, hablar. Las cosas claras. Mejor que mirar hacia otro lado. Muchas veces digo: “Cuando llegue ese puente, ya lo cruzaremos”. No siempre es correcto.

Por lo menos, el domingo me he despertado con energía y con la sensación de ser dueño de mi vida. He aprendido cosas. Probablemente me debo mis veintitantos. Por eso soy tan vanidoso a veces. Me da que me he saltado algunas pantallas importantes del 'juego' de mi vida.

Me he ido a por los periódicos, me he tomado una cerveza y unas bravas y he vuelto a estabilizar un poco. A dar gracias y a pensar más tranquilo. Mejor.

No obstante, llevo todo el finde dándole vueltas a mis cosas. Ahora mismo estoy viendo los puentes de Madison. Clint Easwood: “Me encanta la gente”. A mi también.

Debería leer con mejores ojos los correos o cambiar de curre. Y no asustarme de pensar en mi vida. No obsesionarme con nada. Y menos con centrarme. Igual que tampoco me debería agobiar por no encontrar una 'Francesca' que me haga parar esta vida de crápula.

Algunos puentes tengo que esperar a que lleguen, otros construirlos yo. Y otras veces, tengo que cruzar el río nadando.

Me tendré que fijar mejor en los puentes.

Un abrazo
Cacheche

PS: Life for rent. Esta canción no es la primera vez que la pongo. Es una canción que me encanta. Me apetecía escucharla en este momento. Mi vida está un poco así. Pero me prometo a mi mismo no dejar que eso me preocupe. En todo caso, que esté ocupada. Una vida ocupada, no comprada. Un inquilino con sus ilusiones, sus valores y sus alegrías y sus tristezas. No pido más. Ni menos.

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