"Allí donde el arte de la medicina es cultivado, también se ama a la humanidad"
Hipócrates
Hace una semana que no escribo. No por falta de ganas. Más bien por exceso de excusas. Por fin me han operado el ligamento cruzado anterior.
La primera vez en mi vida que paso por un quirófano. Ha sido más o menos como me esperaba.
Entras en el hospital siendo un hombre, pero en el quirófano eres un niño.
Te dan tu habitación. Te hacen ponerte una bata-pijama que es para que no te sientas nadie más que nadie, que dicen en Castilla. Sin ropa interior, sin calcetines.
Una camilla, el batín-mandil ese y tú. Y la sensación de que vas a vivir algo importante en tu vida.
Un celador te afeita la rodilla (mi rodilla es aún más fea sin el pelo 'jabalín' que tengo). La salida del cuarto en camilla es emocionante. La música de Gladiator suena en mi cabeza mientras le digo adiós con la mano a mi madre.
El celador te mete en el ascensor, te reciben las enfermeras, quejándose de la dislexia de uno de los celadores, la antestesista te saluda encantadora, mi médico, mi querida médico ahí sonriente... ¡Guapa!
[Tres cosas me hicieron estar tranquilo: el cariño del personal médico, la profesionalidad con que curran y Jimena. Es una niña de menos de dos años en la cama de al lado en la antesala del quirófano. Tiene algo del corazón y sin embargo está ahí aguantando como una campeona. Relativizas al instante]
Tres enfermeras me llevan al quirófano número 9. Voy casi en pelotas y, a pesar de las pelis pornos de enfermeras que haya podido ver -pocas para las que se habrán hecho-, en ese momento, sólo piensas en qué te espera ahí dentro. Van haciendo bromas sobre la suerte que tengo de que me lleven tres.
Prometo invitar a merendar y a copas cuando esté recuperado. Y se parten. Pero me meten en el quirófano igualmente.
La epidural es un pinchazo en la médula. Antes te hacen ponerte de lado como un feto para que la anestesia haga más efecto en la pierna que te van a operar. Las enfermeras siguen de risas.
Me abren una vía y me dan un sedante. Me ponen oxígeno. Me quedo medio atontado. Cuando me espabilo oigo ruido de taladros, martillazos y demás... Vienen de mi rodilla. No me creo que no grite "parad ya, hijos de perra". Aparte de que no siento ni la pierna izquierda, tampoco siento los huevos ni la cola. Dios qué sensación más chunga.
Pienso en una canción de ECDL "Volverá". Y me río. Parece que entre los dos cirujanos están haciendo un trabajo fino. Llevamos más de dos horas de operación pero no han dicho en ningún momento "Vaya churro" ni nada similar. Más bien se les ve contentos.
Cuando quitan la sábana verde que hace de biombo entre mi pierna y el resto de mi cuerpo, veo que uno de ellos tiene mi pata, como si fuera un jamón, al hombro. Están con las grapas.
La operación se ha terminado. Mi médico me explica cómo ha ido la operación, me dice que ha hablado con mi familia y me lanza una sonrisa a modo de despedida. Me tienen una hora en la antesala de los quirófanos y vuelvo al cuarto.
Ver a mi familia es emocionante. Es una chorrada pero han estado preocupados. La operación ha sido más larga de lo normal y eso no hace ninguna gracia a los que están esperando.
Empieza "mi parte": la rehabilitación.
La primera parte es reconocer que me va a costar sudor y lágrimas. No importa. Empezar a hacer vida normal y acordarme de Jimena. Soy un afortunado. Como siempre.
La vida normal es volver a contarme la vida en el blog. Como si nada. Y aquí estoy.
un abrazo para todos los niños pequeños que tiene que pasar por el quirófano. Y en especial para Jimena.
Cacheche
PS: I will survive... La primera canción que voy a poner en un recopilatorio titulado "Cacheche rehabilítate capullo" para cuando tenga que hacer ejercicios.
martes, febrero 16, 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario