miércoles, agosto 26, 2009

Días de playa

"Anoche inventé un nuevo placer, y cuando lo iba a disfrutar por vez primera, llegaron violentamente a mi casa un ángel y un demonio. Entraron en mi puerta y disputaron acerca de mi nuevo placer. Uno gritaba: ¡es un pecado!; y el otro decía: ¡es una virtud!"

Khalil Gibran

Hoy he estado en la playa. En la playa del sur de Francia. No doy pistas para que no sigan las hordas de cajeras que me admiran (ya nunca va a ser igual cuando vaya a comprar a Alcampo)

Lo bueno que tiene ser español es que si vas a una playa en cualquier otro país no te sientes raro. Estás acostumbrado a que esté plagada de guiris.

Por lo demás, la gente es más o menos igual. Los mismos gritos de las madres, los niños que berrean y los padres que tratan a sus mujeres como si fueran idiotas. Una escena que me persigue.

La única diferencia es que nadie habla español, con lo que me cuesta menos desconectar.

Un capullo viene y planta su sombrilla al lado de manera que me da sombra en los pies. Pienso que la playa es enorme y que manda huevos que se me siente tan cerca con toda su prole (No será cajera del alcampo disfrazada?). El tío no sólo no es francés (menos derechos psico-territoriales), sino que encima lleva una camiseta del Madrid. Mecagüen.

Le he puesto tal cara de francés-asqueroso (me sale muy autétinca), que su mujer se ha pegado tanto al palo para no molestarme que creo que se han ido antes porque estaba agobiada. Qué tíos.

Luego el niño de un año ha hecho una gracia y se han acabado las hostilidades. Soy un paquete. Lo reconozco. Los niños hasta los 5 años me chiflan. Las niñas de los 18 a los 50. Y las madres… Cacheche: ¡Las madres son sagradas!

En Marbella o en España en general no debe de haber muchos franceses porque están todos en ‘mi’ playa. Es imposible ahogarse, porque hay alguien al lado que te impide hundirte del todo. Novios acaramelados, señoras, niños jugando a la pelota, a las palas, canijos jugando a beberse el mediterráneo, adolescentes con su tabla, chicas que te miran y piensan “este cabrón no me está mirando… ¿será gay?”, niñas comiendo arena mientras sus padres discuten, algún abuelo quejándose del reuma mientras esparce sus lorzas entre las olas… en fin.

Idílico.

Yo con mi toalla, mi música y mi sol. Una siesta imperial. Luego a repasar la historia de España.

Vaya paquetes de profesores he tenido que no han sido capaces de estimular. Si alguien tiene un hijo al que no le guste la historia, que me lo mande.

Seguro que alguien dijo que la historia es el futuro. O algo así. Si no lo dijo, que lo diga. ¡Hombre ya!

La historia de las playas es la misma siempre. Huyes de la ciudad para relajarte. Y después tienes que huir un poco de la playa convencional, para estar tranquilo de verdad.

Pero la verdad es que la playa me encanta. Pase lo que pase. Es un placer. O un pecado. Me da igual.

Un abrazo,
Cacheche

PS: Ayer se murió un chico de mi edad en accidente de coche. Yo no le conocía personalmente. Pero pienso en los que si he conocido y lo siento por todos. Mi moto se llama 'Sabeta'. Cada vez que me subo en ella, me acuerdo de mi madre. No sólo es lo que te pierdes de la vida También es lo que se pierden los demás de ti.
Dentro de 50 años se soprenderán de cómo conducíamos hoy. No por la forma sino por la seguridad. Una cruz.

En fin, esta va por ti. Y por todos los que terminaron sus días en una carretera. Y también, por los que nos hemos quedado sin ellos.

The cars, lo mejorcito de mi vida. Música para conducir. Música para vivir.

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